lunes, 25 de enero de 2010

Mencey Bencomo - Capitulo VI - Vientos de guerra

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26 de Mayo de 1494

       Esta desunión entre hermanos concedió más seguridad al ejército de Castilla pues Alonso de Lugo pensó que la conquista sería mucho más fácil. El ejército invasor aceleró, de esta manera, lo que el de Lugo creyó una magnífica ocasión siéndole además la estación favorable, en cuestión de climatología, la del mes de Mayo. 


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      Así que salieron del campamento en la mañana del martes 26 de mayo de 1494 con la intención atacar el mismo corazón de Tahoro pensando que, si conseguía esta victoria, haría que los demás menceyatos abdicaran.


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       El historiador palmero, López Herrera, escribiría lo siguiente:


“[...] la mayor incoherencia corresponde al Mencey de Goymar, Añaterve, que favorecía en secreto a los castellanos de Lugo de quien era amigo. Por consejos del fraile Antón, un joven guanche tomado prisionero unos años antes en las costas de Adeje, que fue cristianizado y utilizado como intérprete en la conquista, Añaterve accedió a colaborar”.


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       Fernández de Lugo visto que no podía convencer a Bencomo para atraerlo a la paz decidió ir a su encuentro y plantearle guerra en sus mismos dominios, a pesar de haber sido advertido de que no entrase en sus territorios por el mismo Bencomo. El conquistador avanzaba confiado pues sabía que tenía la retaguardia garantizada y cubierta por la sumisión del mencey de Goymar así que, viendo que sus tropas se hallaban descansadas y con ánimo de dar batalla unido al deseo personal de dar comienzo a la empresa, decidió arriesgarse y avanzar.

      Según el historiador grancanario Agustín Millares Torres:


“convencido además que la estación climática era propicia, resolvió herir en el corazón a su adversario atacándole en sus mismos estados de Tahoro, seguro que de vencerlo no tardarían mucho en rendirse los demás menceyes implicados…”






       Bencomo, preveyendo los proyectos de Lugo, envia un emisario ordenando a su aliados de Tacoronte y de Anaga que no pusieran dificultades al paso del ejército castellano por Aguere, para no hacer precavido al conquistador.  También dió órden de que abandonasen los poblados y que mujeres, niños y ancianos se escondiesen en las zonas altas para evitar ser descubiertos.

      Y así fue, el ejército, sin dificultad ni enemigo a quien combatir, llegó hasta las mismas puertas de la Orotava.




       Allí saquearon varios poblados y robaron gran cantidad de ganado que pastaba en los fértiles terrenos del gran Tahoro ("valle" en español) y, sin otro contratiempo, decidieron regresar al campamento de Añaza a través de Aguere sin hacer ningún tipo de guerra al Mencey.








       Los castellanos entusiasmados por la gran cantidad de botín recogido no se percataron que el astuto Bencomo había informado bien a su gente y dispuso emboscarlos en el barranco de Acentejo, paso obligado para ellos.




       El hermanastro de Bencomo, Tinguaro, a quien este tenía en muy alta estima, decidió acudir, con trescientos hombres, y esperar la llegada del ejército invasor mientras que el Mencey de Tahoro con tres mil hombres seguía los pasos de los castellanos sin que estos se percatasen con la intención de darles batalla en el momento más oportuno.





CONTINUARÁ



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